Lo de siempre

Lo de siempre

Una experimentada tripulación de exploración planetaria baja a la superficie de un exoplaneta para tomar muestras y mediciones. Todo parece apuntar a un día de trabajo rutinario.

Xander estaba al borde del colapso, su respiración era irregular, casi como si su propio cuerpo luchara contra él. Formaba parte de los cinco tripulantes de la nave Hive, o al menos lo había sido, hasta que aterrizaron en el planeta M-83. Desde ese momento, las cosas se habían salido de control, como si la propia naturaleza del planeta hubiera comenzado a alterar la realidad. Lo que comenzó como una misión rutinaria se había transformado en una pesadilla, una que él no lograba comprender del todo.

Cuando la nave aterrizó en el planeta, la misión comenzó de inmediato: tomar muestras. Después de todo, estaban allí para explorar y catalogar. Mientras Jensen analizaba los datos del campo electromagnético y gravitacional del planeta, Mara se concentraba en estudiar el ecosistema y evaluar la calidad de la atmósfera. Xander, como siempre, se encargaba de mantener el equipo en perfecto estado, mientras que Jodi, la piloto experimentada, conversaba animadamente con Winston, el médico de la tripulación.

Xander estaba ajustando la base de uno de los sensores cuando la notificación de Mara llegó a su pantalla: «Todo en orden, chicos, podéis quitaros los cascos. La atmósfera es completamente compatible con nuestras necesidades fisiológicas.» Jodi, aprovechando la oportunidad, activó las compuertas de la nave para ventilarla. Todos sabían que, aunque la nave estaba limpia, siempre era un alivio respirar aire fresco después de tanto tiempo confinados en ese entorno cerrado.

Ahí fue cuando todo comenzó a torcerse. En el momento en que Jodi abrió las compuertas, las alarmas de la nave estallaron con un sonido ensordecedor… ¡Alerta! Elementos biológicos detectados durante el proceso de filtrado. Todos sellaron sus cascos al instante, el nerviosismo palpable en sus rostros, mientras Mara se apresuraba a revisar sus instrumentos. Algo había activado el sensor de contaminación, un dispositivo que todas las naves de exploración llevaban desde aquel fatídico incidente en una colonia minera, pero el origen de la amenaza seguía oculto a sus sensores manuales. Tenía sentido; el escaneo inicial había sido solo para analizar la composición química de la atmósfera y su compatibilidad con las necesidades humanas. Nada en los datos previos le había indicado la presencia de vida, al menos no de una forma que pudiera haber previsto. Lamentando su error, se giró hacia el equipo: «Lo siento, chicos, parece que he estado demasiado tiempo en la nave y cometí un error de principiante.» 

«No te preocupes, Mara», le dijo Winston con calma, «Tan pronto como terminéis de desplegar el instrumental, reuníos conmigo en el laboratorio y haremos un chequeo de emergencia.» Durante las siguientes cuatro horas, el equipo se dedicó al despliegue meticuloso de todo el equipo, sin que nada los apresurara. Nadie había experimentado síntomas extraños, y la rutina se mantenía, pues todos preferían evitar la radiación preventiva que el procedimiento estándar sugería para reducir cualquier riesgo de contagio. 

Fue Mara quien descubrió a Winston. Lo encontró con la cabeza hundida en uno de sus microscopios, completamente absorto. «¡Dios!», exclamó Jodi al llegar, al ver la escena. «¡Mara, estás de pie en un charco de sangre! ¡Apártate de ahí!» Mara, en shock, no dejaba de gritar. Sus voces llenaban la sala, atrayendo rápidamente la atención del resto del equipo. Aunque fue Jodi quien llegó primero, todos sintieron un escalofrío al ver la escena.

Jensen se giró rápidamente hacia Xander, su rostro tenso y serio. «Mete a Mara en su camarote, y que no salga de ahí», ordenó con firmeza. «Chicos, activamos el protocolo Aquiles. Una vez hayamos recogido los restos de Winston, Jodi pondrá el piloto automático y nos pondremos en órbita. Lanzaremos una señal de socorro, notificando una posible contaminación biológica y/o comportamientos homicidas.» La gravedad de la situación pesaba en el aire, y las palabras de Jensen sonaban como una sentencia. Xander asintió, tomando una respiración profunda antes de ir a buscar a Mara. Mientras tanto, los otros miembros del equipo comenzaban a moverse con rapidez, sabiendo que cada segundo contaba.

Justo antes de meterse en sus camarotes, Xander y Jodi decidieron revisar el resto de la nave mientras Jensen se encargaba de recoger parte del instrumental gravimétrico, el más sensible y caro. El resto quedaría en la superficie hasta que, una vez aclarada la situación, pudieran regresar para recuperarlo. Se dividieron para ser más rápidos y acordaron encontrarse en la compuerta de carga. Cuando Xander llegó, la vio agachada junto a un contenedor, su figura tensa y su rostro reflejando el pánico. «¿Qué pasa, Jodi? ¿Qué has visto?», preguntó, acercándose con cautela. Jodi levantó la vista hacia él, su rostro completamente aterrado, y se apartó rápidamente. Fue entonces cuando Xander vio lo que ella había estado mirando: Jensen, o lo que quedaba de él, estaba allí, mirando con los ojos desorbitados desde un hueco de apenas 40 centímetros. «¿Qué ha podido hacer esto, Xander?», murmuró Jodi con la voz temblorosa. «Sus huesos… están doblados como si fueran tubos de plasteno»

Xander, horrorizado, se abrazó a Jodi, intentando encontrar algo de consuelo en ese contacto mientras la imagen de Jensen destrozado permanecía grabada en su mente. «Jodi, activa el piloto automático y colócanos en órbita. Yo me encargaré de programar la señal de socorro», ordenó, su voz tensa y firme, aunque el miedo aún lo invadía. Jodi asintió, pero antes de marcharse hacia la sala de mandos, se detuvo y le miró con preocupación. «Comprueba que Mara sigue en su camarote. No quiero ni pensar que esto no sea más que una sarta de desdichadas coincidencias». Xander asintió, con el rostro grave. «Hecho. Nos vemos en la sala de mandos.» Y, con una última mirada a Jodi, se dio la vuelta y se dirigió hacia los camarotes, sabiendo que cada segundo era crucial.

Xander se encontraba frente al camarote de Mara, su cuerpo temblando, pero la voluntad de actuar no parecía suya. Un peso insoportable oprimía su pecho, y la sensación de estar atrapado en su propio cuerpo crecía con cada paso que daba. Había algo dentro de él, algo que lo empujaba, lo forzaba a hacer lo que no quería hacer. Lo que ya había hecho.

Recordó los momentos en que la tripulación había caído uno por uno, como si sus cuerpos fueran solo marionetas. Winston, Jensen, Mara… Cada uno de ellos había sido eliminado, no por él, sino por la fuerza que lo controlaba. Xander intentó, con todas sus fuerzas, resistir, pero el parásito, instalado en su mente, dominaba sus pensamientos y acciones. Y ahora, Mara… Al entrar en su camarote, una extraña calma se apoderó de él, como si todo estuviera predestinado, como si ya no tuviera otra opción.

Mara lo miró, confundida por la expresión en su rostro, pero al instante sus ojos se llenaron de horror al darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Xander no podía detenerse. No podía hacer nada para evitarlo. Sin ser dueño de su cuerpo, lo vio todo: vio cómo sus manos se movían, cómo su respiración se aceleraba, cómo la oscuridad lo envolvía. No quería que esto sucediera. No quería ser el que lastimara a su amiga, pero el parásito estaba ahí, guiando cada movimiento, cada decisión. Solo había una misión: sobrevivir.

La imagen de Mara, su rostro aterrorizado, se grabó en su mente. Ya no podía devolver el tiempo atrás. El parásito ya había tomado la decisión por él. Cuando dejó el camarote de Mara, una sensación de vacío lo invadió, pero no de arrepentimiento. No había espacio para el arrepentimiento. Solo quedaba seguir adelante.

Ahora, solo faltaba una persona. Jodi. La última que quedaba. Jodi sería el último obstáculo para completar la misión. Y Xander no podía hacer nada para impedirlo. La nave debía salir del planeta. Era el único objetivo que quedaba.

La llamó por el intercomunicador, ya venía hacia allá. Estaba a punto de vencer y escapar de su prisión donde le habían colocado eones atrás. Iba a ser libre de nuevo. La puerta se abrió y comenzó a ejecutar su plan para deshacerse de Jodi. “Jodi, Mara es la culpable de todo, me ha atacado y no he tenido más remedio que reducirla, pero seguía forcejeando y al caer hacia atrás creo que se ha roto el cuello. No sé cómo hemos estado tan ciegos”, Xander se separó de Mara y comenzó a andar hacia la puerta cuando Jodi lo desintegró con la pistola que llevaba en la cadera. 

No quedó ni una molécula de Xander. Ella sabía que en la nave no había nadie más, y las suelas de las botas de Mara estaban manchadas con la sangre de Winston. Se dispuso a esperar al equipo de rescate en su camarote, tardarían varias horas en llegar, y más valía que estuviese centrada para cuando llegasen. No se explicaba qué le había pasado a Xander, pero sabía que el planeta que orbitaba bajo ella tenía la clave. “Pfff, lo de siempre”, pensó. Era la quinta tripulación que se perdía en el sistema en los últimos ciclos, parecía que iba a tener que volver a pedir un aumento…

HERRAMIENTA

ChatGPT - versión: GPT-4

PROMPTS

Idea original de Dortor Straño, texto editado por ChatGPT